RESUMEN
Como resultado del impacto sobre la soberanía del Estado de los imperativos de un nuevo capitalismo global, las nuevas condiciones tecnológicas y los procesos de comunicación masiva, y la multiplicación de las demandas de reconocimiento político y social, la diplomacia parece debatirse entre la obsolescencia inevitable y su obligada reinvención. Las nuevas formas de la diplomacia serían de este modo, a la manera de las llamadas diplomacia corporativa y ciudadana o de las nuevas diplomacias indígenas, no tanto la causa de un problema, como la expresión de una nueva situación de creciente pluralismo y complejidad social global, en la que una plétora de nuevos agentes sociales reclaman, con mayor o menor fortuna y legitimidad, el derecho a jugar sus propias cartas en el medio internacional, desbordando las prácticas, instituciones y discursos de la diplomacia, y cuestionado el que se diría su fundamento último: el principio de representación.